REPRESENTACIÓN DRAMÁTICA DE CUADROS DE JULIO ROMERO DE TORRES
8 DE MARZO 2012. IES EL TABLERO
Julio Romero de Torres pintó a la mujer morena
Con los ojos de misterio y el alma llena de pena
Puso en sus manos de bronce la guitarra cantaora
Y en su bordón hay suspiros y en su capa una dolora
Morena
La de los rojos claveles
La de la reja florida
La reina de las mujeres
Morena
La del bordado mantón
La de la alegre guitarra
La del clavel español
Como escapada de un cuadro y en el sentir de una copla
Toda España la venera y toda España la adora
Prenda con su taconeo la seguirilla de España
Y en sus cantares morunos en la venta de Eritaña. (La Morena de mi copla)
* Alegrías
Fecha: 1917
Técnica:
Óleo y temple sobre lienzo
Dimensiones:
161 x 157 cm
Localización:
Museo Julio Romero de Torres
Comentario
En estos
años Romero de Torres se ha consolidado como pintor. Conoce a la perfección la
técnica, la cual pone de manifiesto en el empleo de la línea y del color. Vemos
en esta obra una magistral composición con la figura femenina del centro como
protagonista. Detrás, en segundo plano, aparecen otras figuras femeninas y un
hombre que toca la guitarra. El tema es la copla y el flamenco, que aparece
también en: Malagueñas, Seguidillas, Cante hondo, La copla, La Saeta y
Carcelera. La escena, captada a la manera de un tablao flamenco, utiliza como
fondo el campo. Los ropajes y zapatos son representados de un modo sublime. Al
igual que en otras muchas obras del pintor aparecen aquí las naranjas.
* Nuestra Señora de Andalucía
Fecha: 1907
Técnica:
Óleo y temple sobre lienzo
Dimensiones:
169 x 200 cm
Localización:
Museo Julio Romero de Torres
Comentario
Una de las
más conocidas obras de Julio Romero de Torres. Verdadero homenaje a los
símbolos más populares de su tierra andaluza. Todos los modelos eran artistas
del mundo del flamenco, excepto, claro está, la figura del propio pintor, que
se autorretrata en la esquina inferior derecha de la obra, quedando al margen
de la misma. La composición es de forma triangular, situándose tras el supuesto
triángulo la figura del guitarrista El chocolatero. Multitud de elementos
recuerdan a Andalucía, desde la guitarra hasta el sombrero cordobés pasando por
mantones y flores, culminándose en el fondo con una composición imaginaria de
Córdoba en la que aparecen el Campo de la Verdad, río, puente romano, torre de
la Calahorra y lomas de los Visos. Un halo de tragedia rodea a la obra ya que
la modelo de la derecha, la bailaora La cartulina, fue asesinada por su novio
por haber posado para Julio Romero de Torres. Fue presentado a la Exposición
Nacional de Bellas Artes de 1908.
*Poema de
Córdoba
Fecha: 1913
Técnica: Óleo y temple sobre lienzo
Dimensiones: 88 x 514 cm
Localización: Museo Julio Romero de Torres
Comentario
El panel central, de mayores dimensiones que el resto, hace
referencia a la Córdoba Cristiana, en un intento de resumir el resto de paneles
en éste, en el que dos mujeres sostienen un triunfo de San Rafael, clara
referencia a la popular devoción cordobesa por su Ángel Custodio. La mujer
vestida de mantilla, Adela Portillo, era la esposa del famoso guitarrista
Andrés Segovia, a la que también retrató en una obra titulada Belleza Salvaje.
Por su parte la mujer de la derecha, vestida a la manera clásica, era una
señorita de la clase media cordobesa con la que el autor quiere simbolizar toda
la historia de la ciudad de Córdoba. El primero de los paneles empezando por la
izquierda del políptico es Córdoba guerrera, en el que, como en casi todos los
demás, hay una recuperación del pasado con elementos del presente. En este caso
la mujer que aparece está en actitud marcial, en consonancia con el nombre de
la obra, mientras que al fondo unos jinetes se colocan por delante de la
estatua del Gran Capitán y de una construcción arquitectónica en la que se
mezclan la Mezquita y la portada de la casa de los Páez. En el segundo panel,
Córdoba barroca, una modelo de profundos ojos negros mira indolente hacia el infinito,
mientras a su espalda aparece un monumento a Góngora y un jinete que saluda a
la belleza. Los naranjos y el barandal de La Ribera se suman, como elementos
propiamente cordobeses, a la composición. El tercer panel, Córdoba judía, hace
referencia a una de las culturas que pasaron por la ciudad de Córdoba, a la que
Romero de Torres rinde homenaje en este cuadro. La modelo, una gitana llamada
Amalia Fernández Heredia, se apoya sobre un muro mientras lanza una mirada
cómplice al espectador. La escena del fondo nos muestra de nuevo una hipotética
estatua de un conocido personaje cordobés, en este caso el insigne filósofo y
médico judío Maimónides, enmarcado en un enclave arquitectónico compuesto por
la Plaza de la Fuenseca y el Callejón del Portillo. En el lado izquierdo del
políptico nos encontramos en primer lugar con la Córdoba Romana, representada
por la modelo Adela Moyano adoptando una postura de estatua clásica tras la
cual se coloca un monumento imaginario a Séneca y la Puerta del Puente,
cometiendo el pintor un anacronismo, pues la puerta no es romana sino
renacentista. Una pequeña escena se desarrolla delante del monumento en la que
los protagonistas de la misma aparecen vestidos con togas. El cuadro dedicado a
la Córdoba religiosa se sitúa en el centro del lateral derecho según la mirada
del espectador. La rígidez del luto y la tristeza en el rostro de la retratada
nos llevan a un mundo de misticismo y religiosidad en el que los elementos
populares como la mantilla que viste la joven ayudan a dar esa sensación de
recogimiento que el autor, sin duda, pretendía. Como en todos los paneles de
esta serie los fondos contienen elementos de destacada importancia en relación
con el tema del cuadro. En este caso la Plaza de Capuchinos cobija, además de
al Cristo de los Faroles, que aparece sin sus famosos elementos de iluminación,
un inexistente sepulcro del obispo Osio ante el que llora una monja. Los
cipreses son otro elemento que inciden en el carácter fúnebre de la
composición. Por último el panel dedicado a la Córdoba torera, primero
empezando por la derecha del políptico, tiene como protagonista a la modelo
Ángeles Muñoz adornada con una bella mantilla mientras en el fondo del cuadro
la Plaza de la Corredera aparece engalanada recordando los tiempos en los que
sirvió como coso taurino. Julio Romero fue siempre un enamorado de la Fiesta, a
la que trató no pocas veces en sus lienzos. De nuevo una irreal estauta, en
este caso dedicada a Lagartijo, aparece tras la protagonista. Junto a la
escultura un torero brinda la muerte del animal caído a sus pies.
A CÓRDOBA. CANTORES DE HISPALIS.
Córdoba
Quisiera ser oración entre fuentes de agua claras
Y ser puerta del perdón palmera y naranjo en flor
De tu mezquita sagrada
Quisiera ser un farol de los ocho que iluminan
Al cristo nuestro señor entre varales de amor y tu clemencia
Divina y quisiera ser el río que atraviesa ese salero de tu garbo y poderío
Para decirte amor mío Córdoba cuanto
te quiero
Córdoba
quisiera ser el color de tu cielo en primavera
Y el redoble de tu tambor bajo un palio de pasión
Sobre andas costaleras.
Quisiera ser el olor que mayo riega en tus patios
Y bordar en tu balcón una cruz bailando al son
De Alcázar de viejos barrios
Y quisiera ser el río que atraviesa ese salero de tu garbo
Y poderío para decirte amor mío córdoba cuanto
te quiero
Córdoba
quisiera ser un cantar de Góngora y Juan de Mena
y se esconde y no jugar para poderte rondar por tu calles
Y plazuelas
Quisiera ser los compás flamencos de noche blanca
Y en tus entrañas bailar al son de una solea
Con tañios de sonanza
y quisiera ser el rio que atraviesa ese salero
de tu garbo y poderío para decirte amor mío Córdoba
cuanto te quiero
Córdoba
quisiera el valor califa de tus toreros
y en un retablo de amor conquistar tu corazón igual
que Julio Romero
quisiera ser el reloj que replica en las Tendillas
y soñar con la ilusión de ser siempre
su cantor al son de sus manesillas
y quisiera ser el rio que traviesa ese salero
de tu garbo y poderío para decirte amor mío,
Córdoba cuanto te quiero
* La chiquita piconera
Fecha: 1930
Técnica:
Óleo y temple sobre lienzo
Dimensiones:
100 x 80 cm
Localización:
Museo Julio Romero de Torres
Comentario
Esta obra,
con la que Romero de Torres firma su testamento pictórico, resume la concepción
que el artista tenía de la pintura. La modelo, María Teresa López, nos mira de
forma directa y sosegada, mientras deja caer sus brazos de un modo relajado,
momento que es captado por el pintor de manera casi fotográfica, dentro del
realismo idealizado que envuelve a la figura de esta bella mujer. Al fondo, un
atardecer oscuro parece preludiar la muerte cercana del pintor, y, bajo éste,
Córdoba: Paseo de la Ribera, Guadalquivir, Puente Romano y Torre de la
Calahorra. Cabe resaltar el magistral tratamiento que el artista da a los
ropajes. Presentado en el pabellón de Córdoba de la Exposición Iberoamericana
de Sevilla de 1929 y reproducido por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre en
un sello de 5 pesetas.
LA CHIQUITA PICONERA (Rafael de
León).
I
El pintor la respetaba
lo mismo que algo sagrao
y su pasión le ocultaba
porque era un hombre casao.
Ella lo camelaba con alma y vía
hechisá por la magia de su paleta
y al igual que una llama se consumía
en aquella locura negra y secreta.
ESTRIBILLO
Y cuando de noche Córdoba dormía...
y era como un llanto la fuente del Potro,
una voz decía:
¡Ay, chiquita piconera,
mi piconera chiquita!
Esta carita de cera
a mí el sentío me quita.
Te voy pintando, pintando
ar laíto der brasero
y a la vez me voy quemando
de lo mucho que te quiero.
¡Várgame San Rafael,
tener el agua tan cerca
y no poderla bebé!
II
Ella rompió aquel cariño
y le dio un cambio a su vía,
y el pintor iguá que un niño
lloró al mirarla perdía.
Y cambió hasta la línea de su pintura,
y por calles y plazas lo vió la gente
deshojando la rosa de su amargura
como si en este mundo fuera un ausente.
ESTRIBILLO
Y cuando de noche Córdoba dormía...
y era como un llanto la fuente del Potro,
el pintor gemía:
¡Ay, chiquita piconera,
mi piconera chiquita!
Toa mi vía yo la diera
por contemplar tu carita.
Mira tú si yo te quiero
que sigo y sigo esperando
ar laíto der brasero
para seguirte pintando.
¡Várgame la Soleá,
haber querío orvidarte
y no poderte orviá!
El pintor la respetaba
lo mismo que algo sagrao
y su pasión le ocultaba
porque era un hombre casao.
Ella lo camelaba con alma y vía
hechisá por la magia de su paleta
y al igual que una llama se consumía
en aquella locura negra y secreta.
ESTRIBILLO
Y cuando de noche Córdoba dormía...
y era como un llanto la fuente del Potro,
una voz decía:
¡Ay, chiquita piconera,
mi piconera chiquita!
Esta carita de cera
a mí el sentío me quita.
Te voy pintando, pintando
ar laíto der brasero
y a la vez me voy quemando
de lo mucho que te quiero.
¡Várgame San Rafael,
tener el agua tan cerca
y no poderla bebé!
II
Ella rompió aquel cariño
y le dio un cambio a su vía,
y el pintor iguá que un niño
lloró al mirarla perdía.
Y cambió hasta la línea de su pintura,
y por calles y plazas lo vió la gente
deshojando la rosa de su amargura
como si en este mundo fuera un ausente.
ESTRIBILLO
Y cuando de noche Córdoba dormía...
y era como un llanto la fuente del Potro,
el pintor gemía:
¡Ay, chiquita piconera,
mi piconera chiquita!
Toa mi vía yo la diera
por contemplar tu carita.
Mira tú si yo te quiero
que sigo y sigo esperando
ar laíto der brasero
para seguirte pintando.
¡Várgame la Soleá,
haber querío orvidarte
y no poderte orviá!
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